Es
el primer día de cole y estoy sentada en el banco del patio viendo a
los niños jugar.
Mi
nombre es Gorjuss. Tengo 10 años y aunque todavía soy pequeña, mi
vida es tan complicada como la de un adulto.
Estoy
en el colegio, esperando a que acaben ya las clases y poder irme a
casa. Soy de esas niñas nuevas y raras que nadie quiere tener como
amiga, por eso en el recreo siempre estoy sola.
Al
llegar a casa subo corriendo a mi habitación. Allí siempre me
encuentro mejor. Siempre estoy jugando con mis muñecas y…¿os
cuento un secreto?, algunas veces hablo con ellas para no sentirme
tan sola.
Esa
noche, como no podía conciliar el sueño, decidí jugar un largo
rato con ellas y sin darme cuenta me quedé dormida.
De
repente, noté como una luz se encendió en mi habitación y como me
molestaba, me desperté.
La
luz de mi mesita de noche se había encendido, pero…¡cómo!
Me
asusté, me tape con las sábanas hasta la cabeza, y noté como
alguien o algo se subía en mi cama y me asusté todavía más. Ya
estaba temblando de miedo pero me quité las sábanas para ver lo que
había y…¡eran mis muñecas!
Venían
a por mí, estaban andando y hablando solas. No quise gritar por no
despertar a mi madre. Salí de la cama corriendo y me metí en el
armario.
Sorprendentemente,
las muñecas que estaban allí guardadas también estaban hablando y
andando.
Estaba
asustada, pero no podía perder los nervios.
Entonces
escuché como si una niña estuviera hablándome, pero no la veía.
Las
muñecas se acercaron a mí y con voz tenebrosa me dijeron:
-Es
Emily, que quiere jugar contigo …
Cerré
los ojos para intentar pensar en cosas bonitas y al abrirlos…¡ahí
estaba!, una niña rubia, de ojos claros y piel muy blanca.
-¿Quién
eres?- le dije temblando.
Ella
me susurró:
-Soy
Emily…
-Y
¿por qué estás aquí?-le pregunté.
-Yo
antes vivía aquí, con mi familia.
-¿Qué
os pasó?.
-Una
terrible historia…
Me
senté en el suelo con mis muñecas y Emily nos contó su historia:
Hace
muchos años, mis padres, mis hermanos y yo, vivíamos en esta casa.
Una
noche de tormenta y mucho viento, estábamos todos durmiendo en la
planta de arriba cuando mi hermano escuchó un ruido que venía de la
cocina. Nos despertó a mí y a mi otro hermano y los tres fuimos a
ver qué pasaba. Al bajar las escaleras, como la casa era muy
antigua, crujían y yo sin darme cuenta pise un escalón mal y
crujió. Nos asustamos mucho y la persona que estaba en la cocina lo
escuchó y vino corriendo por las escaleras a por nosotros. Seguía
persiguiéndonos, pero nosotros no le veíamos la cara. En ese
momento nos metimos corriendo en el desván, callados y sin hacer el
menor ruido para que el hombre no nos encontrase. Mis padres se
despertaron y se enteraron de que había alguien. Mi madre estaba muy
asustada y bajó por las escaleras de atrás para que no la vieran y
así poder llamar a la policía. Mientras, mi padre nos encontró y
nos sacó del desván con cuidado de que no nos vieran. Cuando mi
madre estaba llamando por teléfono, el hombre apareció detrás de
ella y la cogió. Justo en ese instante mi padre apareció y le
intentó quitar el cuchillo que llevaba en la mano. Pero no tuvo
éxito y los cogió a los dos. Mis hermanos y yo estábamos temblando
detrás de la pared escondidos y justo cuando los iba a matar, yo fui
corriendo y me clavó el cuchillo a mí. Después al asesino le
ocurrió algo que no se podía explicar, fue como si lo estuvieran
ahogando y se calló al suelo tirando el cuchillo. Mi madre estaba
llorando por mí y mientras, mi padre y mis hermanos llamaron a la
policía.
Después
de aquello no recuerdo nada más, por eso he venido Gorjuss, eres la
única niña que me puede ver…¡necesito tu ayuda!
Después
de que me contara su historia las dos estuvimos jugando con las
muñecas y nos dormimos.
Al
día siguiente, era sábado, entonces decidí emprender la búsqueda
para encontrar a los padres de Emily y, así, poder ayudarla.
Ella
me guiaba y me decía por dónde tenía que ir.
Cogí
mi bicicleta y fui hasta el pueblo de los padres de Emily, que estaba
a una hora de mi ciudad.
Al
llegar, tuvimos que ir por muchos callejones hasta encontrar la casa
de sus padres.
Allí
dejé la bici y llamé al timbre.
Me
abrió una señora de unos 70 años y me preguntó:
-Hola,
guapa, ¿qué quieres?
-Disculpe
señora, me llamo Gorjuss y venía a hablarle de una niña que
seguramente conoce.
-Ah,
vale, pasa, pasa.
Pasé
a su casa y observé fotos en las paredes de una familia de dos hijos
y una hija con sus padres. Me fijé bien y me di cuenta de que la
niña era…¡Emily!
Empecé
a hablar con la señora y luego vino su marido. Estuve hablando con
ellos un largo rato y les conté que podía ver y hablar con su hija,
Emily. Al principio no me creían pero después Emily me iba diciendo
cosas que sólo sabían ellos y al final me creyeron.
-Emily
dice que ahora tiene muchos amigos y está muy feliz-les conté.
-Muchas
gracias, Gorjuss, por hablarnos de nuestra hijita, te lo
agradecemos-sollozó la mujer llorando.
Al
final Emily, les dio un abrazo a los dos y ellos lo sintieron.
Estaban
todos muy felices y Emily, al fin, ‘’se fue’’…
De
repente, escuché un ruido muy fuerte y…¡era el despertador!
Todo
aquello fue un fantástico y emocionante sueño.
Al
fin Gorjuss ya no quería ser la misma niña solitaria de antes,
ahora quería ser diferente y tener muchas amigas, así que se
prometió hacer muchos amigos en el colegio y nunca jamás estar
sola.
FIN
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