jueves, 22 de marzo de 2012

Comentario de Pegasos, lindos pegasos… de Antonio Machado

Pegasos, lindos pegasos,
caballitos de madera.

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Yo conocí siendo niño,
la alegría de dar vueltas
sobre un corcel colorado,
en una noche de fiesta.

En el aire polvoriento
chispeaban las candelas,
y la noche azul ardía
toda sembrada de estrellas.

¡Alegrías infantiles
que cuestan una moneda
de cobre, lindos pegasos,
caballitos de madera!


El texto que vamos a comentar es el poema que comienza por los versos “Pegasos, lindos pegasos…” del autor sevillano Antonio Machado (1875-1939).
El poema presenta cuatro estrofas (tres de ellas son de cuatro versos y la inicial compuesta por solo dos versos) de octosílabos siguiendo la estructura 8-. 8 a, 8-, 8 a.
En el poema, el yo poético expresa su nostalgia, su añoranza por su infancia representada por la alegría del tiovivo en las noches festivas del verano.
Por lo que se refiere a la estructura interna, podemos dividir el texto en tres partes. La primera estaría representada por la primera estrofa, en la que la voz poética nos introduce en el tema de la composición que da pie al inicio del recuerdo: los caballos de madera de los tiovivos. La segunda parte ocupa las estrofas segunda y tercera y en ella, la voz poética recuerda las luminosas noches infantiles en que subía en los tiovivos lleno de felicidad. La tercera parte ocupa la última estrofa y en ella, el yo poético realiza una exclamación nostálgica y valorativa de lo poco que cuesta obtener la alegría durante la infancia.
Por lo que se refiere a los temas, el principal es el paso del tiempo que podemos ver en diferentes elementos como puedan ser el movimiento del propio tiovivo (“la alegría de dar vueltas”) o la cita de elementos temporales concretos que nos ayudan a situar el texto en el tiempo vivido como puedan ser la “noche” o la infancia “yo conocí siendo niño”. Como sabemos, el tema del tiempo es fundamental en Machando, para quien es importante el tiempo como experiencia vital, es decir, el tiempo vivido de forma subjetiva. Tiempo para él es igual a vida y por ello, representa el paso del tiempo a través de una experiencia infantil como es subirse a un tiovivo. El otro tema que aparece en el texto es el de la nostalgia, y más concretamente el de la nostalgia por la infancia como podemos ver en el verso “Yo conocí siendo niño / la alegría de dar vueltas…” o la exclamación “¡Alegrías infantiles…”. La infancia se muestra como una época luminosa y alegre donde obtener la felicidad es sencillo. La nostalgia era un tema de tradición modernista debido a que este movimiento buscaba elementos que les permitiesen evadirse de la opresiva realidad cotidiana fruto de la crisis burguesa y del Desastre de 1898. Machado lo emplea para rememorar la infancia.
Por lo que se refiere al estilo, podemos comenzar señalando que desde el  punto de vista métrico, Machado emplea aquí el octosílabo y la rima asonante, creando una estrofa que tiene su origen en el romance. Este gusto por lo popular ya aparecía en el Romanticismo y se mantendrá en épocas posteriores como el Modernismo.
Pero lo esencial en el poema es el empleo del símbolo. La poesía modernista había recogido del Simbolismo francés el empleo de términos que se asociaban de forma subjetiva con determinados sentimientos de cada poeta. Machado, obsesionado por el tema del tiempo, buscará diferentes formas de que éste aparezca con nitidez en sus poemas. Es así el símbolo básico del tiempo el propio tiovivo que con su movimiento refleja el paso constante y cíclico del tiempo. Así mismo la noche cumple esa función temporal. El caballito infantil, Pegaso, con sus reminiscencias mitológicas de eco modernista, es el símbolo de la idealización y la ingenuidad de la infancia.  
También podemos señalar la metáfora “la noche azul ardía / toda sembrada de estrellas” en la que el término real “la noche estrellada” es realzada en su belleza al “arder” de forma metafórica al convertir su oscuridad en una enorme tierra sembrada de puntos luminosos (las estrellas).
También podemos señalar la exclamación que ocupa toda la última estrofa “¡Alegrías infantiles…!” con la que la voz poética quiere hacer énfasis sobre la nostalgia que siente de su infancia.
Finalmente, ese mismo elemento enfático es el que induce al poeta a incluir paralelismos. El recuerdo infantil que han desatado los caballos de madera, acaban reapareciendo al final en los dos últimos versos “lindos pegasos, caballitos de madera”. Por otro lado, el paralelismo dota de musicalidad al texto, elemento típico del modernismo y que también podemos observar en las aliteraciones o repeticiones de un mismo fonema en el mismo verso como ocurre con el fonema |s|. Esta figura se repite durante todo el poema de forma constante como podemos ver en “Pegasos, lindos pegasos”, “chispeaban las candelas” o en “toda sembrada de estrellas”

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